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Las bolas chinas son dos esferas, generalmente unidas y con un hilo para extraerlas, que se usan como contrapeso para realizar los ejercicios de suelo pélvico en el caso de la mujer. Aunque su uso sea sobre todo terapéutico, se han convertido en un objetivo fetiche o incluso en un artículo de broma que regalar en los cumpleaños. Porque Anastasia Steele no es la única que no tiene claro cómo y para qué usarlas (en la versión en castellano de la última película de la saga Cincuenta Sombras, preguntaba sorprendida si eran para introducirlas en el culo).
En este sentido, Oscar Ferrani, divulgador sexual y asesor en las tiendas Amantis, explica que si bien existen algunos casos de confusión «entre el concepto de juguete sexual y dispositivo de gimnasia pasiva», la mayoría de las preguntas van desde «¿tengo que retenerlas haciendo fuerza? (lo que sería otro tipo de gimnasia no pasiva)» a «¿puedo perderlas en el fondo? (cosa que no pasaría en ningún caso; solo costaría sacarlas si ha habido alguna contracción)».
¿Para qué sirven realmente las bolas chinas?
La definición de bola china, o bolas de geisha, es la de una esfera que contiene otra más pequeña. Esto supone que una se mueva dentro de la otra y produzca una vibración al introducirlas en la vagina, y por eso también puede tener una connotación sexual.
Pese a ello, la idea con la que está pensada es bien diferente, ya que como explica la fisioterapeuta experta en suelo pélvico y experta en educación sexual Vanessa Pazos, «con el movimiento de la bola interna consigues activar los receptores de la información de movimiento y vibración que hay en nuestra musculatura. Lo que implica una activación muscular de contracción para poder sujetarlas».
La idea es usarlas para la tonificación de la musculatura del suelo pélvico. Aunque esto también tiene una ventaja en la sexualidad y es que «cuando el tono muscular de la vagina es más óptimo, mejoran las sensaciones y también la capacidad de hacer más movimientos durante el coito».
Además cabe resaltar que cualquier objeto es susceptible de ser erotizado. Todo depende de nuestra imaginación y de lo que nos gusten los fetiches.
Unas bolas chinas para cada caso
No todas las bolas chinas valen para todo el mundo. De hecho, antes de decidir por comprar unas u otras, lo importante será decidir qué vamos a hacer con ellas.
Tal y como cuenta Vanessa Pazos, «es importante definir el objetivo, que puede venir dado por un profesional de fisioterapia de suelo pélvico, ginecología, matrona, sexología o bien decidirlo por una misma. Este es el tema, ¿realmente las necesitamos? ¿cuándo? ¿para qué?».
La experta insiste en que contar con la opinión profesional no es baladí, ya que «las bolas chinas no son para todos los casos ni todas las personas. Por ejemplo, hay casos de patologías en suelo pélvico que tienen que ver con un exceso de tono muscular y que pueden dar síntomas similares a los de un tono bajo. También puede haber incontinencia urinaria por hiperpresión vesical, porque esa musculatura con exceso de tono oprima y ayude o fuerce el vaciado de la vejiga».
Óscar Ferrani explica que, «descartado ese supuesto, más que recomendar unas bolas chinas en concreto, lo ideal es facilitar toda la información necesaria para que la persona pueda decidir uno u otro modelo en función de su presupuesto, hábitos de vida (posibilidad de caminar con ellas durante más o menos tiempo) y sus expectativas de resultado».
Una de las ideas que hay que tener en cuenta es que hay bolas chinas dobles y únicas. Ferrani matiza que «suelen sorprender los modelo de bola única, indicados para espacios vaginales muy reducidos o para tonos musculares debilitados, pero la última tendencia son los kits que permiten intercambiar distintas bolas —pesos— sobre estructuras más compactas o soportes para una o dos bolas».
Pesos vaginales y bolas que vibran
La ventaja de las bolas chinas es que cada vez existen más modelos con diferentes formas, que son más ergonómicas, con diferentes diámetros y también con materiales testados dermatológicamente, que pueden ser no solo a base de silicona, sino incluso de cristal o metal.
Además, hay diferencias en cuanto al material del cordón que sirve para su expulsión. Vanessa Pazos recomienda que «sea un material maleable y cómodo, para evitar excesiva fricción o irritaciones».
Si bien las bolas chinas son la herramienta más conocida, otra alternativa son las llamadas pesas o conos vaginales.
A este respecto, la fisioterapeuta de suelo pélvico relata que «las indicaciones de las pesas, donde también ubican a las bolas en muchas ocasiones, son las mismas con el mismo objetivo. Ahora bien, suelen ser objetos que se pueden abrir y poner diferentes pesos en el mismo dispositivo o bien venir varias pesas en diferentes pesos y tamaños».
El motivo por el que las bolas han tenido más éxito es que, según la experta, su forma era exclusivamente cónica, lo que suponía que «al situarse el peso en la parte de mayor diámetro, se facilita su fácil expulsión con mínima presión muscular y esto frustra enormemente a la persona que no es capaz de sujetarlas». Sin embargo, en la actualidad, «se han mejorado mucho las formas y materiales de estos dispositivos».
Otra novedad son las bolas chinas que, bien con formato de dos bolas o de bala, usan la vibración electrónica para favorecer los ejercicios o incluso para marcar el ritmo en el que debemos hacerlo, como si de un entrenador personal se tratase.
«La vibración busca activar los vibrorreceptores de la musculatura para una activación mayor de la misma», relata Pazos, que insiste en que «si tu objetivo es tonificar, estupendo; pero si tienes un exceso de tono, hay que cuidar el tema de la vibración y ver tus límite».
Para evitar problemas ofrece una pista muy clara: «observar si los orgasmos son de igual intensidad, si hay síntomas como molestias en posturas que antes no había, sensaciones desagradables, notar la zona diferente, o, incluso, dolores irradiados».
En cuanto a si esta vibración también ayuda a disfrutar más de la experiencia, la fisioterapeuta recuerda que «la diversión es fundamental en muchas facetas de la vida. Si puedes asociarla a un tratamiento, mejor todavía».
Y recuerda que solo hay un riesgo y es «dejar el tratamiento a medias porque redirijamos las intenciones, pero con retomarlo en otro momento lo solucionamos».
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Las bolas chinas son dos esferas, generalmente unidas y con un hilo para extraerlas, que se usan como contrapeso para realizar los ejercicios de suelo pélvico en el caso de la mujer. Aunque su uso sea sobre todo terapéutico, se han convertido en un objetivo fetiche o incluso en un artículo de broma que regalar en los cumpleaños. Porque Anastasia Steele no es la única que no tiene claro cómo y para qué usarlas (en la versión en castellano de la última película de la saga Cincuenta Sombras, preguntaba sorprendida si eran para introducirlas en el culo).
En este sentido, Oscar Ferrani, divulgador sexual y asesor en las tiendas Amantis, explica que si bien existen algunos casos de confusión «entre el concepto de juguete sexual y dispositivo de gimnasia pasiva», la mayoría de las preguntas van desde «¿tengo que retenerlas haciendo fuerza? (lo que sería otro tipo de gimnasia no pasiva)» a «¿puedo perderlas en el fondo? (cosa que no pasaría en ningún caso; solo costaría sacarlas si ha habido alguna contracción)».
¿Para qué sirven realmente las bolas chinas?
La definición de bola china, o bolas de geisha, es la de una esfera que contiene otra más pequeña. Esto supone que una se mueva dentro de la otra y produzca una vibración al introducirlas en la vagina, y por eso también puede tener una connotación sexual.
Pese a ello, la idea con la que está pensada es bien diferente, ya que como explica la fisioterapeuta experta en suelo pélvico y experta en educación sexual Vanessa Pazos, «con el movimiento de la bola interna consigues activar los receptores de la información de movimiento y vibración que hay en nuestra musculatura. Lo que implica una activación muscular de contracción para poder sujetarlas».
La idea es usarlas para la tonificación de la musculatura del suelo pélvico. Aunque esto también tiene una ventaja en la sexualidad y es que «cuando el tono muscular de la vagina es más óptimo, mejoran las sensaciones y también la capacidad de hacer más movimientos durante el coito».
Además cabe resaltar que cualquier objeto es susceptible de ser erotizado. Todo depende de nuestra imaginación y de lo que nos gusten los fetiches.
Unas bolas chinas para cada caso
No todas las bolas chinas valen para todo el mundo. De hecho, antes de decidir por comprar unas u otras, lo importante será decidir qué vamos a hacer con ellas.
Tal y como cuenta Vanessa Pazos, «es importante definir el objetivo, que puede venir dado por un profesional de fisioterapia de suelo pélvico, ginecología, matrona, sexología o bien decidirlo por una misma. Este es el tema, ¿realmente las necesitamos? ¿cuándo? ¿para qué?».
La experta insiste en que contar con la opinión profesional no es baladí, ya que «las bolas chinas no son para todos los casos ni todas las personas. Por ejemplo, hay casos de patologías en suelo pélvico que tienen que ver con un exceso de tono muscular y que pueden dar síntomas similares a los de un tono bajo. También puede haber incontinencia urinaria por hiperpresión vesical, porque esa musculatura con exceso de tono oprima y ayude o fuerce el vaciado de la vejiga».
Óscar Ferrani explica que, «descartado ese supuesto, más que recomendar unas bolas chinas en concreto, lo ideal es facilitar toda la información necesaria para que la persona pueda decidir uno u otro modelo en función de su presupuesto, hábitos de vida (posibilidad de caminar con ellas durante más o menos tiempo) y sus expectativas de resultado».
Una de las ideas que hay que tener en cuenta es que hay bolas chinas dobles y únicas. Ferrani matiza que «suelen sorprender los modelo de bola única, indicados para espacios vaginales muy reducidos o para tonos musculares debilitados, pero la última tendencia son los kits que permiten intercambiar distintas bolas —pesos— sobre estructuras más compactas o soportes para una o dos bolas».
Pesos vaginales y bolas que vibran
La ventaja de las bolas chinas es que cada vez existen más modelos con diferentes formas, que son más ergonómicas, con diferentes diámetros y también con materiales testados dermatológicamente, que pueden ser no solo a base de silicona, sino incluso de cristal o metal.
Además, hay diferencias en cuanto al material del cordón que sirve para su expulsión. Vanessa Pazos recomienda que «sea un material maleable y cómodo, para evitar excesiva fricción o irritaciones».
Si bien las bolas chinas son la herramienta más conocida, otra alternativa son las llamadas pesas o conos vaginales.
A este respecto, la fisioterapeuta de suelo pélvico relata que «las indicaciones de las pesas, donde también ubican a las bolas en muchas ocasiones, son las mismas con el mismo objetivo. Ahora bien, suelen ser objetos que se pueden abrir y poner diferentes pesos en el mismo dispositivo o bien venir varias pesas en diferentes pesos y tamaños».
El motivo por el que las bolas han tenido más éxito es que, según la experta, su forma era exclusivamente cónica, lo que suponía que «al situarse el peso en la parte de mayor diámetro, se facilita su fácil expulsión con mínima presión muscular y esto frustra enormemente a la persona que no es capaz de sujetarlas». Sin embargo, en la actualidad, «se han mejorado mucho las formas y materiales de estos dispositivos».
Otra novedad son las bolas chinas que, bien con formato de dos bolas o de bala, usan la vibración electrónica para favorecer los ejercicios o incluso para marcar el ritmo en el que debemos hacerlo, como si de un entrenador personal se tratase.
«La vibración busca activar los vibrorreceptores de la musculatura para una activación mayor de la misma», relata Pazos, que insiste en que «si tu objetivo es tonificar, estupendo; pero si tienes un exceso de tono, hay que cuidar el tema de la vibración y ver tus límite».
Para evitar problemas ofrece una pista muy clara: «observar si los orgasmos son de igual intensidad, si hay síntomas como molestias en posturas que antes no había, sensaciones desagradables, notar la zona diferente, o, incluso, dolores irradiados».
En cuanto a si esta vibración también ayuda a disfrutar más de la experiencia, la fisioterapeuta recuerda que «la diversión es fundamental en muchas facetas de la vida. Si puedes asociarla a un tratamiento, mejor todavía».
Y recuerda que solo hay un riesgo y es «dejar el tratamiento a medias porque redirijamos las intenciones, pero con retomarlo en otro momento lo solucionamos».
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